PROBIÓTICOS
Blanca
Edelia González-Martínez y Marivel
Gómez-Treviño* Facultad de Salud
Pública y Nutrición (Universidad Autónoma de Nuevo
León) *Facultad de Ciencias Biológicas (Universidad Autónoma
de Nuevo León) E-mail:
bgozale@ccr.dsi.uanl.mx
Introducción
Los
probióticos son microorganismos vivos, que al ser ingeridos en
cantidades adecuadas producen efectos benéficos para la salud,
además de los efectos de nutrición (1). Estos efectos a la
salud, están relacionados con mejoría en enfermedades
infecciosas, enfermedades crónicas intestinales como colitis
ulcerosa, inmunomodulación, biodisponibilidad de nutrientes,
enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus no
insulinodependiente, obesidad, osteoporosis y cáncer. Este
efecto benéfico de los microorganismos probióticos es debido a
que cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, ocurre la
modificación del ecosistema de los billones de microorganismos
que habitan en el intestino, generando un equilibrio que se
manifiesta por un estado de salud, en donde existe competencia
por los nutrimientos entre los probióticos y los patógenos
ingeridos por accidente, así como competencia por los sitios
de adherencia, impidiendo la colonización de patógenos, y
reforzando los mecanismos de defensa estimulando el sistema
inmune. Cuando éstos probióticos son incorporados en alimentos
como parte del proceso de elaboración o como aditivos, se
generan alimentos funcionales, es decir, aquellos alimentos
obtenidos por cualquier procedimiento, con características
particulares de alguno de sus componentes, sea o no
nutrimento, que afecta de manera positiva o promueve un efecto
fisiológico al organismo mas allá de su valor nutritivo
tradicional (2).
El uso de probióticos no es nuevo ya que se consumen
desde la antigüedad, incluso hace mas de un siglo científicos
como Pasteur y Metchnikoff observaron el potencial benéfico de
algunas bacterias por su antagonismo con agentes infecciosos
(3). Sin embargo, el concepto de microbio como agente
perjudicial para la salud es el que ha sido exaltado y se ha
minimizado el potencial benéfico de algunas
bacterias.
Los microorganismos dentro del cuerpo humano
constituyen un importante ecosistema ya que el hombre alberga
unos 100 billones de bacterias de unas 400 especies distintas
y de éstos, el 95% vive en el tracto digestivo, especialmente
en el colon. Estas bacterias se encuentran perfectamente
adaptadas al ser humano como hábitat natural desde hace
millones de años y por otra parte, el hombre no podría
sobrevivir sin su flora intestinal (4).
Aunque las bacterias han vivido con el hombre durante
siglos, su descubrimiento y estudio es relativamente reciente
y se ha enfocado principalmente a unos cuantos microorganismos
que son capaces de causar enfermedad y se ha dejado de lado la
gran mayoría de los microorganismos de la flora que no se
relacionan con ninguna enfermedad.
Las bacterias que habitan en el intestino producen
sustancias tanto benéficas como dañinas al huésped,
adicionalmente, las toxinas bacterianas y los componentes
celulares producidos por algunas especies de bacterias,
modifican sus respuestas inmunológicas, promoviendo o
inhibiendo dichas funciones. La flora benéfica protege el
tracto intestinal de la proliferación o infección por
bacterias patógenas, mientras que algunas cepas manifiestan
patogenicidad solo cuando la resistencia del huésped se ve
disminuida (5).
Para ser consideradas como probióticos las bacterias
deben de reunir algunas características como son: ser
habitante normal del intestino humano, no patógena, no
toxigénica, capaz de sobrevivir y metabolizar en el ambiente
intestinal y tener la capacidad de ejercer un efecto benéfico
en el huésped. Algunos de los microorganismos usados como
probióticos humanos son los siguientes: Lactobacillus
acidophilus, L. plantarum, L. casei, L. casei spp
rhamnosus, L. delbrueckii spp bulgaricus, L. fermentum,
L. reuteri, Lactococcus lactis spp lactis, Lactococcus
lactis spp. cremoris, Bifidobacterium bifidum, B.
infantis, B. adolecentis, B. longum, B. breve, Enterococcus
faecalis, Enterococcus faecium, entre otros
(6).
Efectos benéficos de los
probióticos
Los probióticos en los humanos se utilizan para
aumentar la resistencia contra microorganismos patógenos,
estimular el sistema inmunológico, disminuir la severidad de
los problemas de intolerancia a la lactosa, prevenir diarreas,
reducir las enzimas fecales relacionadas con el cáncer de
colon y reducir el colesterol sérico (7).
Resistencia a microorganismos patógenos.
Son diversas las formas en que los probióticos
utilizan para mejorar la resistencia del huésped contra los
microorganismos patógenos, entre las que podemos mencionar los
efectos de barrera, la competencia por los sitios de adhesión
y por nutrimentos, las modificaciones del hábitat intestinal
por cambios en el pH y la producción de sustancias
antimicrobianas, entre otras.
Son mas de una docena los microorganismos reconocidos
como probióticos, y no todos ellos tienen los mismos efectos y
mecanismos de acción, y lo que no se puede asumir que los
efectos positivos sean en todos los casos similares;
actualmente se cuenta con resultados de muchas investigaciones
en este campo, algunas de ellas muy alentadoras, dentro de las
que destacan las siguientes:
Microorganismos probióticos como Lactobacillus
plantarum 299 y Lactobacillus rhamnosus GG inhiben
la adherencia de Escherichia coli enteropatógena,
eliminando los organismos patógenos de las células epiteliales
del intestino a través de incrementar la mucina intestinal MUC
2 y MUC 3 (8).
Recientemente, investigadores encontraron que el
sobrenadante de un cultivo de la cepa de Lactobacillus
acidophilus LB inhibe la adhesión de Salmonella
enterica serovar Typhimurium SL 1344 en cultivo de
células humanas (Caco -2 /TC-7) induciendo la producción de
interleucina -8 (9).
También se ha encontrado que Bifidobacterium
breve y B. infantis dependientemente de la dosis,
inhiben la invasión de cepas de Escherichia coli
enteropatógena, Yersinia pseudotuberculosis y
Salmonella typhimurium (10).
En un estudio con ratas inmunodeficientes se probó el
efecto de probióticos (Lactobacillus acidophilus,
Lactobacillus reuteri, Lactobacillus casei GG y
Bifidobacterium animalis) contra la candidiasis y se
encontró que no previenen completamente la candidiasis pero
reducen la incidencia y la severidad. Encontraron que las
bacterias probióticas también modularon la respuesta inmune a
Candida albicans (11).
Por otra parte, la suplementación con
Bifidobacterium infantis reduce la incidencia de
enterocolitis necrotizante en un estudio realizado con un
modelo con ratas neonatas (12).
En una revisión elaborada por Roos y Katan (13) se
sugiere que los probióticos como Lactobacillus GG
previenen la incidencia y severidad de diarreas causadas por
virus y bacterias.
Los mecanismos de acción de los probióticos para la
resistencia a los microorganismos son:
- Producción de sustancias antimicrobianas como ácido
láctico y otros ácidos de cadena corta, metabolitos como
peróxido de hidrógeno, diacetilo y bacteriocinas, entre
otros.
- Competencia por receptores de adhesión.
- Competencia por nutrientes y estimulación
inmunológica.
- Efectos sobre membranas celulares de microorganismos
patógenos alterando su permeabilidad (14)(15) (16).
Mejoría
en problemas de intolerancia a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa es debida a una
deficiencia de la enzima beta galactosidasa y se caracteriza
por la presencia de diarrea, dolor abdominal fuerte y
flatulencia excesiva después de la ingestión de leche. Si la
actividad de la enzima se encuentra reducida, limita la
absorción de lactosa, acumulándose en la luz intestinal y
reteniendo agua por su actividad osmótica y generando así los
síntomas. Generalmente existe una buena tolerancia al consumo
de productos lácteos fermentados, esto debido a que durante el
proceso de fermentación las bacterias ácido lácticas degradan
parcialmente la lactosa que contienen este tipo de productos.
Se ha encontrado que bacterias del género
Lactobacillus manifiestan diferencias dependiendo de
las especies y cuando se ingieren estos microorganismos hay
cambios en las enzimas bacterianas en las heces, entre estas
una elevación de la beta galactosidasa fecal (17).
Actividad
antitumoral.
Una reciente revisión de las investigaciones en
animales en los últimos 10 años apunta hacia la aceptación de
que los probióticos con o sin prebióticos tienen un efecto
inhibidor del desarrollo de lesiones precancerosas y tumores
(18).
El efecto sobre la actividad antitumoral se debe
principalmente a la modificación de la flora intestinal en el
colon, aumentando los procesos fermentativos por la actividad
microbiana y disminuyendo los procesos putrefacción y la
producción de carcinógenos a partir de los residuos de los
alimentos.
Con respecto a lo anterior se encontró que cepas de
Lactobacillus delbrueckii ssp bulgáricos 191R y
Streptococcos salivarius ssp thermophilus CH3
previenen el daño al DNA inducido por N-metil- N nitro-
N-nitrosoguanidina (MNNG) en células aisladas de colon de
ratón (19) y ya se perfilan los posibles mecanismos de acción
de los probióticos en la prevención de tumores y su
crecimiento (20) .
Hay elementos para sugerir que los probióticos pueden
reducir el cáncer de colon, y se relacionan específicamente
algunas especies de Lactobacillus y Eubacterium
aerofaciens que producen una mayor cantidad de ácido
láctico y tienen una estrecha asociación con un bajo riesgo de
cáncer en colon (21).
Producción de nutrimentos.
Durante muchos años, se consideró que los
microorganismos de la flora intestinal degradaban los
productos de la digestión sin ningún beneficio para el ser
humano sin embargo no es así, la flora bacteriana genera
compuestos útiles para la nutrición del individuo; dentro de
los compuestos que produce son ácidos grasos de cadena corta
que aportan energía, además de vitaminas como K y del grupo B
y algunos aminoácidos esenciales como lisina (22) (23)
(24).
Concentración y metabolismo del colesterol.
Una elevada concentración del colesterol en sangre es
considerada un factor de génesis de ateroesclerosis,
aumentando el riesgo de enfermedad cerebrovascular, coronaria
y vascular periferica. En general, en los tejidos se mantiene
un equilibrio del colesterol entre la ganancia (por el flujo
de colesterol dietético y la síntesis hepática de colesterol)
y la perdida por la síntesis de esteroides y la formación de
sales biliares a partir de colesterol.
El consumo de productos lácteos fermentados causa
incremento en la producción de ácidos grasos de cadena corta,
los cuales hacen decrecer la concentración de colesterol
circulante por inhibición de la síntesis de colesterol o la
redistribución de colesterol del plasma al hígado. Además, la
actividad bacteriana incrementa la desconjugación de ácidos
biliares y esto permite que no sean absorbidos y sean
excretados, esto a su vez aumenta la síntesis de novo de
ácidos biliares a partir de colesterol (25). Esto representa
un beneficio importante a las personas que presentan
cantidades elevadas de colesterol plasmático.
Efectos
inmunológicos
Recientemente se ha investigado el efecto de
probióticos sobre el sistema inmune con resultados positivos,
estos microorganismos pueden alertar al sistema inmunitario y
favorecer el rechazo de microorganismos infecciosos por medio
de la modificación de parámetros inmunológicos como lo son la
producción de inmunoglobulinas especificas de tipo A (para
defensa de las mucosas), concentración de macrófagos,
producción de interferón y otras citocinas o en la activación
de la fagocitosis. Esto se demuestra en diversas
investigaciones, una de ellas desarrollada en 10 personas
donde se realizaron pruebas inmunológicas (transformación de
linfocitos y títulos de anticuerpo en suero). Los resultados
del estudio enfatizan la complejidad de las relaciones que
existen entre la microflora intestinal y el huésped (26).
Hay estudios que apoyan la hipótesis de que el consumo
de yogurt puede aumentar la respuesta inmune e incrementar la
resistencia a enfermedades (27). Asimismo, se encontró que el
consumo de yogurt se asocia con una disminución de síntomas de
alergia tanto en adultos como en personas mayores
(28).
Alimentos con probióticos.
En algunos países europeos y en Japón, el consumo de
probióticos es común y se han utilizado como profilácticos de
enfermedades diarreicas desde hace muchos años (29). Sin
embargo en occidente el consumo de éstos productos es reciente
y los primeros probióticos llegan del viejo continente en
forma de yogurt, leches fermentadas, quesos, fórmulas
infantiles, bebidas de jugos, entre otros.
Cada vez se generan nuevos alimentos que contienen
probióticos como es el caso de un queso cheddar, que contiene
una cepa probiótica de Lactobacillus paracasei y L.
salivarius, que demostró que éste producto puede ser un
vehículo efectivo para que los probióticos puedan ser
consumidos (30).
También se ha desarrollado leche descremada en polvo
usando un método de deshidratación por aspersión para
preservar Lactobacillus paracasei NFBC 338 y
Lactobacillus salivarius UCC 118 (cepas probióticas
derivadas de humanos), encontraron que los microorganismos
presentaban viabilidad y que la producción de bacteriocina de
Lactobacillus salivarius no fue afectada por el
proceso, demostrando así que este método de secado puede ser
utilizado para producir grandes cantidades de probióticos
(31).
Así mismo, se ha desarrollado helado de yogurt y
logrado la sobrevivencia de los microorganismos por un periodo
mayor a 1 año (32). Por otro lado, se ha elaborado mayonesa
que contiene Bifidobacterium bifidum y B.
infantis logrando una sobrevivencia de 8 y 12 semanas
respectivamente cuando las cepas fueron encapsuladas con
polisacáridos (33). También se han desarrollado productos de
cereales con probióticos que ya están a la venta en algunos
países europeos. Es importante señalar que la investigación
debe ir de la mano al desarrollo de los productos, para que
las declaraciones sobre salud que proponen los productores,
estén avaladas por estudios serios y confiables.
Conclusiones
Existen a la fecha innumerables reportes de
investigación que demuestran los beneficios con el consumo de
los probióticos, aunque es necesario enfatizar que no todos
los microorganismos tienen el mismo efecto benéfico, por lo
que es importante que se analice con mayor profundidad a cada
uno de ellos.
Hay que destacar que en la bibliografía actual no se
encuentran estudios que demuestren efectos perjudiciales con
la administración de bacterias ácido lácticas y probióticas en
personas sanas y en las distintas enfermedades estudiadas, en
algunos reportes no se observan con claridad los efectos
benéficos y si son muchos los resultados positivos.
Ya se han realizado investigaciones para conseguir
cepas más activas mediante la incorporación de genes a
microorganismos probióticos con la finalidad de potencializar
su efecto benéfico como lo demuestran los estudios para
introducir los genes determinantes para la producción de
pediocina PA-1 dentro de cepas de L. lactis F15876
produciendo ambas, pediocina Pa-1 y nisina A de manera
simultánea (34). Se realizaron otros estudios genéticos donde
el operón de lactacina F fue introducido dentro de
Carnobacterium pisícola LV17 de tal manera que dicho
microorganismo produjo simultáneamente lactacina F y
carnobacteriocinas (35).
Por lo anterior, es necesario determinar la inocuidad
de los productos con probióticos, ya que tratándose de
microorganismos existen efectos potenciales nocivos como
infecciones en personas inmunocomprometidas o efectos
negativos en enfermedades autoinmunes o la transferencia de
genes a la flora endógena.
Para evaluar la inocuidad deben emplearse diversos
enfoques como el estudio de las propiedades de las cepas, en
especial la resistencia a antibióticos, la farmacocinética y
su capacidad para colonizar el tracto gastrointestinal,
estudios en modelos animales y métodos de vigilancia
epidemiológica.
Los alimentos funcionales con probióticos pueden ser
un elemento importante para mantener un buen estado de salud,
así como en prevención de enfermedades evitando de esa manera
el sufrimiento innecesario de personas y los altos costos de
la atención médica.
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