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Transgénicos en los alimentos
El porqué de la contaminación cruzada
En el cultivo se pueden dar las
contaminaciones cruzadas tanto en la siembra como en la cosecha, que se
realizan con maquinaria que debe limpiarse a conciencia cuando se
pasa de la labor con plantas modificadas genéticamente a la de plantas no
modificadas. Otra posibilidad de contaminación es la polinización,
que se produce tanto mediante insectos como a través del propio aire. La
única forma de reducir la posibilidad de que ocurra esta polinización
cruzada entre cultivos transgénicos y no transgénicos es utilizar
aislamientos físicos o biológicos: es recomendable, por ejemplo, que entre
cultivos que usan OGM y los que no los utilizan exista una distancia
superior a 200-400 metros y, por otro lado, que se respete un periodo de
más de 4 días de diferencia de floración entre ambos tipos de cultivo.
Además, la contaminación de OGM puede producirse en el transporte de
la materia prima hasta la fábrica. El desplazamiento de las semillas
se realiza normalmente en grandes depósitos, que deben ser limpiados
minuciosamente entre carga y carga (pensemos en los contenedores de barcos
de gran tonelaje) para que no se produzcan contaminaciones entre las
semillas con OGM y las carentes de ellos. Por último, también puede
propiciarse involuntariamente esa contaminación en el procesado de los
productos. Algunas empresas elaboran alimentos tanto con materias
primas con OGM como sin ellos, empleando diferentes materias primas pero
la misma maquinaria. Para evitar el contacto entre materias primas con OGM
y sin OGM, deben limpiarse cuidadosamente esas máquinas, prestando
especial atención a las tuberías y huecos difíciles.
En conclusión: evitar la contaminación cruzada resulta sumamente
difícil incluso para fabricantes comprometidos en ofrecer alimentos libres
de OGM.
Volviendo a los resultados...
Los dos positivos de transgénicos detectados
por el análisis fueron unos cereales para el desayuno (bolas de maíz
recubierto con miel, de Kellog´s) y un snack de maíz, de Grefusa. En este
último producto se detectaron Bt-176 y Mon-810, ambos de maíz y en ínfimas
cantidades (0,02% y 0,048% respectivamente), mientras que en las bolas de
maíz recubiertas con miel, de Kellog´s, se detectó el Mon-810, también en
una mínima cantidad (0,032%). El Mon-810 está autorizado en la Unión
Europea a nivel industrial y de cultivo, pero no está aprobado su uso en
la alimentación. En los dos casos en los que se han detectado trazas de
maíz transgénico, las empresas fabricantes demostraron a CONSUMER la
realización estandarizada de controles tanto a las materias primas
suministradas por los proveedores como en el proceso de elaboración,
además de la supervisión de entidades ajenas que revisan y certifican que
sus materias primas no utilizan OGM y que se hace lo posible para evitar
contaminaciones en el proceso de elaboración de sus productos. Junto a
estas acciones, ambas empresas (al igual que otras muchas en el sector de
alimentación) están comenzando a introducir en su sistema de producción la
trazabilidad, o control y seguimiento estricto, pormenorizado y
documentado, de la calidad de cada producto desde su origen hasta su
puesta al venta. De este modo, se adelantan a los nuevos proyectos
normativos en que trabaja la UE sobre los transgénicos.
¿Y en alimentos para animales
domésticos?
Este análisis
estudió también seis productos de alimentación para mascotas. Sólo en dos
de ellos ("Alimento para perros adultos con buey verduras", de Pedigree, y
"Alimento completo para gatos con buey, cordero y conejo", de Whiskas
Supreme), se detectó presencia de transgénicos. En el de Pedigree, el
diagnóstico es "contaminación cruzada", porque contenía sólo trazas (el
0,09% del RR-soja), pero en el de Whiskas, la proporción fue mayor (el
6,63% de RR-soja). Lo más probable es que, al contener soja entre sus
ingredientes, ésta sea de origen transgénico. En cualquier caso, ninguno
incumple la normativa, porque la legislación no obliga a etiquetar los
alimentos transgénicos destinados a alimentación de animales.
Qué son los transgénicos
La revolución biotecnológica se basa en el
ADN (ácido desoxirribonucleico), molécula básica en la que se encuentra
toda la información genética del individuo, cuya estructura fue
descubierta en 1953, siendo a partir de entonces cuando se realizan los
primeros ensayos de modificación genética realizados en laboratorio (in
vitro). Estas técnicas se han aplicado en agricultura, medicina, medio
ambiente e industria alimentaria permiten la transferencia de genes entre
diferentes especies, además de agilizar y analizar los posibles cambios
que se generan, con objeto de reducir el azar inherente a la naturaleza.
La fase de gran auge de los transgénicos nace en 1994, cuando en EEUU
la Food and Drug Administration (FDA, institución oficial que regula los
temas de seguridad alimentaria y de los medicamentos) autoriza la
comercialización del primer vegetal con un gen ajeno al natural de esa
especie: es el tomate "Flavr-Savr" de la compañía Calgene, que retrasa el
ablandamiento caracterísitico del tomate.
Se define OGM como "organismo, con la excepción de los seres humanos,
en el que el material genético ha sido modificado de una manera que no se
produce naturalmente en el apareamiento ni en la recombinación natural."
(Directiva UE 2001/18/CEE). Esta alteración en el material genético se
puede deber a la introducción, eliminación o modificación de sus genes.
Son considerados OGM los organismos vivos capaces de reproducirse. Por
ejemplo, las semillas de soja. La soja es una legumbre, utilizada como
fuente proteíca en alimentación animal y humana, cuya semilla puede formar
nuevas plantas. Los productos derivados de los OGM, si embargo, han
sido manipulados de modo que contienen sólo material modificado
genéticamente, pero no organismos vivos. El ejemplo lo tenemos en la
lecitina de soja, que se obtiene a partir de sucesivos refinados del
aceite contenido en las semillas de soja, utilizada principalmente como
emulgente. El término transgénico, muy frecuentemente utilizado, es
un caso particular de OGM: es el organismo en que se ha introducido
voluntariamente genes extraños a su material genético por carecer de
ellos.
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El
debate social sobre los transgénicos |
La
incorporación de alimentos transgénicos al mercado ha provocado un
encendido debate social y científico sobre los beneficios y
perjuicios que reportan.
Sin ánimo de una descripción exhaustiva, pueden resumirse como
sigue. Las ventajas que aportan los OGM en la agricultura son
la reducción de los costes en la producción y la mejora de la
calidad de los vegetales. Algunas plantas transgénicas mejoran la
calidad del producto convencional: las características
organolépticas (color, sabor, textura, ...), el aumento de la
durabilidad de la fruta retrasando su proceso de maduración,
retrasando el ablandamiento del alimento, o modificando su contenido
de ácidos grasos. Otras ventajas son el aumento de la resistencia
frente a plagas de bacterias, hongos, insectos, nemátodos y virus
que afectan a los cultivos. Más ventajas: la mayor tolerancia a los
herbicidas, la menor necesidad de agua y por tanto mayor resistencia
a la sequía, la reducción de los nitratos existentes en la planta, y
la mayor resistencia a temperaturas extremas En cuanto a los
posibles efectos negativos de los OGM los más relevantes
pueden dividirse en tres grupos, según afecten a la salud humana, al
medioambiente o a la economía.
Las repercusiones negativas de los alimentos transgénicos en la
salud de personas se encuadran en el ámbito de la elucubración, ya
que no están sustentados en constataciones científicamente
demostradas, porque si los numerosos estudios realizados permitieran
mantener sospechas a respecto no se habría autorizado su cultivo y
producción. De todos modos, se especula con la posibilidad de que
genes con resistencia antibiótica que se encuentran en los OGM
puedan ser transferidos a humanos, animales y bacterias anulando el
efecto de los medicamentos antibióticos. Asimismo, se elucubra con
la aparición de nuevas enfermedades y posibles alteraciones en la
respuesta inmunológica del organismo humano (problemas alérgicos
causados por la aparición de nuevas proteínas que, expresadas por el
ADN manipulado, el organismo humano no reconocería: las proteínas
son las principales causantes de las alergias y se piensa en la
posibilidad de que el ADN introducido codifique nuevas proteínas), y
con posibles desequilibrios nutricionales no esperados, aunque una
de las evidencias que se buscan en los estudios de seguridad de OGM
sea que el nuevo producto resulte sustancialmente equivalente al
no-transgénico, incluyendo sus propiedades nutricionales.
En cuanto al perjuicio medioambiental que pueden causar los
alimentos transgénicos y su producción -aparentemente más
sustentados tanto por la realidad como por los ensayos científicos-
se les responsabiliza de la propagación descontrolada de OMG, que al
poseer genes que les confieren ventajas frente a los vegetales
convencionales pueden entrar en competencia desigual con éstos, con
lo que se propiciaría una disminución de la biodiversidad vegetal y
la aparición de plantas resistentes a los herbicidas.
Por último, entre los perjuicios económicos y sociales derivados
de los cultivos de plantas transgénicas destaca el aumento de la
dependencia del sector agrícola ante el paquete tecnológico
compuesto las semillas modificadas genéticamente y los productos
fitosanitarios específicos con lo que ello supone de dependecia
estratégica de los granjeros ante un reducido número de
multinacionales productoras de plantas y semillas transgénicas.
Surge así el temor ante el gran poder detentado por un reducido
número de grupos empresariales que controlarán el sistema de
producción de alimentos desde el propio gen hasta el lineal del
supermercado, dejando sin apenas autonomía a los granjeros. Estas
multinacionales (que han invertido durante años cifras millonarias
en investigación biotecnológica) venden su producto con un impuesto
tecnológico que supone el pago de los derechos de propiedad y de
patente. |
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Cómo se crean las plantas genéticamente modificadas
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Se han
desarrollado numerosos métodos para integrar ADN ajeno dentro de
células vegetales con la finalidad de transformar o incorporar
nuevas características. Los métodos más utilizados en la
transformación de los cultivos agrícolas aprobados en la UE están
basados en la utilización de vectores biológicos y métodos físicos.
Para obtener una planta transgénica se debe introducir en el ADN de
una especie información genética que provenga de otra, para lo cual
se realizan los siguientes pasos:
Primero se identifica el gen que se quiere insertar en la
planta a modificar. Este gen puede provenir de otra planta, de una
bacteria, de un virus o incluso de animales. Posteriormente, se
aísla este gen. Una vez aislado, la introducción del gen en
la célula vegetal de la planta se puede hacer mediante vectores
biológicos (utilizando una bacteria como transporte) o recurriendo a
métodos físicos (en el que se introduce directamente).
Vectores biológicos El gen aislado se introduce a un
plásmido (secuencias cortas de ADN que se encuentran fuera del
cromosoma). Posteriormente, esta construcción se inserta en una
bacteria del Género Agrobacterium (con capacidad de infectar células
de plantas). Una vez insertado, la bacteria se introduce en un medio
nutritivo en el que se encuentran células vegetales pertenecientes a
la planta a modificar, las cuales son infectadas por la bacteria
introduciéndoles el plásmido-gen. La célula, ya con el plásmido en
su interior, se multiplica en el laboratorio.
Métodos físicos El más utilizado es el bombardeo de
microbolas, que incorporan directamente el ADN dentro de la célula o
tejido vegetal. En este caso, se tapizan miles de partículas
metálicas microscópicas con el gen que se desea incorporar. Estos
corpúsculos se introducen en un sistema denominado "pistola de
genes" que dispara a las células vegetales este ADN a gran velocidad
como si fueran proyectiles. Los fluidos celulares internos de las
células vegetales, lavan el componente metálico y el ADN penetra en
el núcleo celular donde se integra. Posteriormente, las células se
multiplican en el laboratorio.
No en todas las células vegetales en las que se ha introducido un
gen, éste se incorpora de forma adecuada dentro del ADN propio de la
célula. Al no poderse distinguir a simple vista una célula vegetal
modificada de la que no lo está se hace imprescindible la inserción
de genes marcadores que les confieran resistencia a
antibióticos o herbicidas en el medio de cultivo celular. De esta
forma, al aplicar sobre todas las células antibióticos o herbicidas,
aquellas en las que no se haya insertado el gen de forma adecuada no
presentaran resistencia, con lo que se mueren, seleccionando así las
células en las que se ha formado la modificación genética. Por
último, estas células, ya modificadas, se cultivan en tierra,
donde crecen como plantas normales pero obteniéndose una planta
modificada genéticamente. |
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La
metodología empleada en este análisis |
En
primer lugar, se realizó una homogenización de dos unidades de cada
producto alimentario con el fin de analizar una muestra
representativa de cada uno de los 113 analizados. Tras este paso, se
procedió a la extracción del ácido desoxirribonucleico (ADN)
empleando diferentes protocolos en función del tipo de alimento.
Dicho gen es sometido a la técnica PCR (reacción en cadena de la
polimerasa), en la que se determina únicamente la presencia o
ausencia de material transgénico. En caso de no detectarse, se
considera que ese alimento está libre de genes transgénicos. Y si
surge un positivo se procede a la cuantificación de los OGM mediante
otro tipo de PCR, basada en la misma base teórica pero que emplea
una estrategia diferente que permite determinar el porcentaje de OGM
existente en la muestra.
PCR (Reacción en cadena de la polimerasa) La PCR es un
método de análisis basado en la detección y amplificación de
fragmentos específicos de ADN gracias a un par de pequeñas
secuencias de ADN (cebadores) que limitan la región que debe
amplificarse. La PCR está compuesta de tres pasos que se repiten
sucesivamente un número determinado de ciclos y que mimetiza el
proceso de replicación que ocurre en la naturaleza:
1.- Separación del ADN 2.- Unión de cebadores 3.-
Extensión Esta técnica se realiza gracias a la acción de
diferentes temperaturas que separan las cadenas de ADN y facilitan
la unión de los cebadores y la acción de la polimerasa.
Este proceso se representa en el siguiente esquema:
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Liberación de OGM
Hay una serie de procedimientos de seguridad
que deben ser aplicados a todo OGM que quiera ser autorizado para su uso
en un determinado país. Estos son muy parecidos en todo el mundo y se
aplican gen a gen. Básicamente, estos procedimientos tratan principalmente
de:
estudiar todo el material genético introducido
evaluar del riesgo de transferencia del gen a otras plantas u
organismos
examinar la seguridad de los productos derivados del gen.
El diseñador del OGM tiene la obligación de proporcionar un material de
referencia puro, así como mezclas con concentraciones conocidas junto a
las secuencias de interés ya que los sistemas basados en la tecnología PCR
precisan de información detallada de las secuencias del gen integrado y de
aquellos que le acompañan con objeto de poder desarrollar la detección del
mismo.
En gran medida, todo se remite al principio denominado "equivalencia
substancial" desarrollado por la OCDE (Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico) y recomendada por la FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y la OMS
(Organización Mundial de la Salud). Consiste en la comparación sistemática
de todas las propiedades (composición, propiedades nutricionales,
contenido en toxinas y alergenos, usos en la alimentación humana o animal,
tipo de procesado, consumo por grupos vulnerables, impacto sobre el medio
ambiente) de la planta transgénica, cultivada en diversos lugares al menos
dos temporadas con la de la cepa progenitora no modificada cultivada junto
a la cepa transgénica. Según este principio se evaluaron positivamente,
entre otros, los dos autorizados en la unión europea para su uso en
alimentación humana: soja RR y maíz Bt-176.
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Legislación europea en materia de OGM |
Los
productos transgénicos deben cumplir los criterios establecidos por
la directiva europea de 1997: "que sea necesario y útil, seguro para
la salud humana y el medio ambiente, y que sus características sean
las declaradas y que, además, se mantengan con el tiempo".
Dentro de la legislación, el etiquetado es uno de los aspectos
más discutidos de los que afectan a los alimentos modificados
genéticamente. Según la norma, es obligatorio etiquetar todos
aquellos cuyos ingredientes (incluyendo aditivos y aromas) contengan
al menos un 1% de un OGM, teniéndolo que hacer constar en la
etiqueta con la leyenda "fabricado a partir de soja/maíz modificada
genéticamente". Este límite tiene como objetivo excluir la presencia
accidental de ingredientes transgénicos en alimentos convencionales
debida a una contaminación involuntaria. Los productos destinados a
la alimentación animal, por el momento, no tienen obligación de
incluir dicha leyenda en su etiquetado aunque superen el 1% de
material genético en su composición.
Hay una gran discordancia legislativa en lo que se refiere al
etiquetado de organismos genéticamente modificados y productos
derivados, llegando a registrarse grandes diferencias y, en algunos
casos, situaciones contradictorias. Por ejemplo: EEUU, el mayor
productor de OGM, no exige el etiquetado de alimentos que contengan
OGM autorizados aunque su contenido sea superior al 1%. Esta
situación genera grandes dificultades en la Unión Europea, que exige
el etiquetado específico cuando el contenido supera 1%, teniendo que
establecer líneas de producción separadas de elementos transgénicos
y no transgénicos en el momento de su importación. Esta situación se
ve agravada en productos como la soja. El déficit productivo europeo
de esta semilla nos hace dependientes de la importación, que
generalmente se realiza de países americanos cuya producción es
mayoritariamente de soja transgénica.
La controversia también alcanza a los sistemas de detección de
OMG en los alimentos. La técnica cualitativa está validada a nivel
europeo, la detección de OMG se realiza con la misma técnica (PCR
cualitativa) y con los mismos criterios en toda la UE. Respecto a la
técnica cuantitativa, al no existir consenso, en la metodología y en
la unificación de criterios de análisis pueden surgir desacuerdos en
los resultados. Los problemas prácticos en la detección de OGMs se
basan en varios aspectos, que se inician en el propio cultivo. Hay
contaminaciones cruzadas, ya sea, por polinizaciones de plantas
transgénicas en cultivos de no modificadas, ya por siembra de
semillas no controladas de plantas transgénicas. Por otro lado, el
desarrollo legislativo es lento y, con frecuencia, ajeno y poco
relacionado con la práctica productiva diaria. Otro punto a debatir,
y que puede considerarse un inconveniente, es el amplio número de
OGM que pueden incorporarse al mercado sin control con la
consiguiente dificultad para su detección, ya que sus modificaciones
no son conocidas.
Las legislaciones que se están desarrollando en la UE tratan
puntos tan cruciales y debatidos como la trazabilidad
(seguimiento de todos los pasos en la fabricación de un alimento,
desde las materias primas empleadas hasta su colocación en el punto
de venta) de los OGM. En estas futuras leyes figurará el control que
debe aplicarse en todas las fases de comercialización tanto de
productos que sean o contengan OGM como de los alimentos o piensos
producidos a partir de OGM incluidos aditivos y aromas. En esta
línea, se está estudiando un sistema de formulación y asignación de
códigos exclusivos a los OGM. |
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