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Dpto. Inmunología, Microbiología y Parasitología. Facultad de Ciencia y Tecnología. Universidad del País Vasco. Apdo. 644.48080 Bilbao. fbchhea@lg.ehu.es
Las comunidades de bacterias y protozoos no se encuentran uniformemente distribuidas en el espacio acuático. La existencia de focos dispersos de materia orgánica en el sistema provoca la acumulación de bacterias en su entorno. Dado que los protozoos son activos bacterívoros, es de esperar que a lo largo de la evolución hayan desarrollado mecanismos que les permitan localizar estos focos dispersos de crecimiento bacteriano. Esta detección podría estar mediada por moléculas generadas durante la interacción entre protozoos y bacterias.
En el presente trabajo se contrastó la hipótesis de que aminoácidos que se encuentran presentes en la pared bacteriana, y pueden acumularse en el medio como resultado de una digestión parcial del depredador, actúen como quimioefectores atrayentes para los protozoos. Con este fin se llevaron a cabo co-incubaciones del nanoflagelado heterotrofo Rhynchomonas nasuta y comunidades mixtas bacterianas, en las que se determinó la evolución en el tiempo de las comunidades microbianas y concentraciones de D- y L-aminoácidos libres disueltos. En una segunda serie de experimentos, se evaluó la capacidad quimiocinésica del protista para dirigirse hacia los aminoácidos ensayados.
En todos los casos, los aminoácidos presentes en el medio de cultivo fueron consumidos durante las primeras 12 horas de incubación. Posteriormente, se observó una notable acumulación del aminoácido Glicina asociada a elevadas poblaciones del protista bacterívoro, la cual no se observó en experiencias control sin el depredador. Por otra parte, este aminoácido generó una fuerte respuesta quimiocinésica positiva cuando fue ofrecido a un cultivo del nanoflagelado bacterívoro. Tendencias similares aunque no tan marcadas, se observaron para los aminoácidos L-Alanina y L-Serina. Nuestros resultados sugieren que este tipo de aminoácidos, componentes principales del peptidoglicano de paredes bacterianas, pueden acumularse bajo presión de depredación y ser utilizados como señales químicas por otros bacterívoros ajenos al foco de consumo. Este mecanismo de comunicación mediado por compuestos químicos supone una clara ventaja para los protistas en los sistema acuáticos espacialmente heterogéneos.